jueves, 8 de enero de 2009

“Tu eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias” Mc.1,7-11

“Se oyó entonces una voz del cielo que decía:
“Tu eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias” Mc.1,7-11
1 enero 2009 Max Verduzco S.I.

Las lecturas nos hablan del pleno cumplimiento de las promesas del Señor

1ª- Isaías anuncia: “Sellaré con ustedes una alianza perpetua”.. “Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y de hacerla germinar, a fin de que de semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca; no volverá a mi sin resultados, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión”
La Alianza perpetua que el Señor establece con la humanidad es que enviará su Palabra a todos los vivientes y esa Palabra transformará sus corazones, dará resultados y cumplirá su misión.
En forma velada nos habla del la acción del Espíritu Santo que continuamente envía luces e inspiraciones al corazón de cada uno para mejorar.

Sal- “Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra.

2ª- San Juan nos anima: “El amor de Dios consiste en que cumplamos sus preceptos. Y sus mandamientos no son pesados, porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo” Insiste en que si captamos la fuerza y la presencia de Dios en nuestros corazones cumpliremos los preceptos que aparecen fuera, porque ya tenemos la fuerza interior, para realizarlos con gusto y satisfacción. Si tenemos vida interior, fácilmente, se vencen la tendencias malas y perversas del mundo. El Señor da la fuerza y la orientación para caminar con rectitud.

El Evangelio relata el bautizo de Jesús, por Juan, en el Jordán. “Al salir Jesús del agua, vió que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en figura de paloma, descendía sobre él”
El Espíritu desciende sobre Jesús y sobre toda la humanidad. Lo podemos captar y escuchar en nuestro interior y nos concede las fuerzas para ser dirigidos por la acción del Espíritu que se adapta a todas las épocas, culturas y regiones del mundo.
El Bautista, con humildad confiesa: “Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”
El que escucha al Espíritu Santo, se convierte como Jesús en “Mi Hijo amado; en quién tengo mis complacencias” pues hará mi voluntad y cumplirá su misión.

Pidamos al Señor la gracia de fomentar nuestra vida interior. El Espíritu ya se nos ha dado; es cosa de dedicarle un poco de tiempo para escucharlo y dejarnos orientar por su voz. Con su fuerza y orientación “volveremos a El con resultados; descubriremos su voluntad y cumpliremos la misión que nos indique.
Finalmente podemos escuchar como dirigidas a cada uno las Palabras de Padre:
“Tu eres mi hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias” Que así sea.