SELECCIÓN DE CINE DEL 2008
Una selección de las mejores películas vistas en el año siempre será algo personal donde no todos coincidirán; sin embargo, más allá del éxito en taquilla, cuando uno redescubre las ilimitadas posibilidades del lenguaje cinematográfico y de su narrativa y ve lo que un director logra hacer, y hacerlo además con hondura y belleza para hablarnos de nuestras vidas, no puede uno más que agradecer con placer que el cine siga estando tan vivo.
Puede ser que algunas películas de mi selección de lo mejor del 2008 aún no hayan llegado a la propia ciudad o que uno no las haya advertido al exhibirse y pueda ahora encontrarlas en disco, y eso hace más gustoso poder ofrecerlas ahora.
WALL-E es la última y extraordinaria propuesta de Pixar y Disney. Tras 700 solitarios años haciendo aquello para lo que fue construido: limpiar el planeta tierra de tanta basura y contaminación en que ha quedado, WALL-E (abreviatura de Waste Allocation Load Lifter Earth-Class) descubre una nueva misión en su vida cuando se encuentra con un pulcro y perfecto robot explorador femenino llamado Eve (“evaluadora de vida extraterrestre”). El viaje de ambos a través de la galaxia –incluidas música y coreografías de Hello, Dolly!- desencadena una de las más emocionantes e imaginativas comedias de aventuras llevadas al cine. Junto a Wall-E, en este fantástico viaje hay un comiquísimo y simbólico elenco de personajes, como una cucaracha mascota y un heroico equipo de robots destartalados, y unos humanos convertidos en mascotas que engordan con comida chatarra frente al televisor. Estamos ante una fábula conmovedora, tierna y extraordinariamente visual, en que Wall-E es como el Chaplin del siglo XXI.
Al filo del cielo (Al otro lado / Auf der Anderen Seit ). El joven director turco-alemán Fatih Akin logra extraordinariamente una honda narración de vidas que se afanan, buscan sentido, pelean, se rebelan, se sacrifican, se arrepienten, y luego parecen quedar tan solas y desamparadas; de seres humanos que siempre van buscando a alguien y no logran encontrarlo, aunque casi se topen con él, al otro lado; de seres que esperan con tristeza la reconciliación de sus vidas, y aprenden con dolor cómo abrirse a ella.
There Will be Blood (Petróleo sangriento), historia épica de ambición y poder en torno a un pobre minero que abandona principios y escrúpulos y se transforma en un magnate petrolero. Micro-historia de toda una nación regida por la codicia, el dinero, el poder, la mentira, y por una religión puritana finalmente guiada por los mismos valores. Espléndida metáfora del nacimiento del capitalismo salvaje en el siglo veinte americano.
Batman, El Caballero de la noche (The Dark Knight), es en un excepcional ejemplo de cine de entretenimiento: eficaz para captarnos, pero de hondo contenido; una demoledora máquina visual extendida a lo largo de dos horas y media épicas que pasan ante nuestros ojos como si sólo fueran unos minutos; una superproducción aplastante y convincente, reflexiva y palomitera, densa y dinámica a partes iguales, dirigida con un brío y un pulso intachables por parte de Christopher Nolan. Las implicaciones morales que acompañan a esa maravillosa y compleja dualidad de los iconos del cómic, tan difíciles de ser trasladadas a imágenes, emergen aquí con fuerza y de manera natural, en un libreto en el que el hombre del disfraz, Batman, es simplemente uno más en la historia, un sujeto trágicamente causante de buena parte del sufrimiento que surge a su alrededor sin que pueda evitarlo, convirtiéndose en lo contrario de lo que pretende ser.
Con un reparto extraordinario de personajes y de actores, los roles de unos y otros pugnan en permanente conflicto, reversos todos ellos de una misma moneda, movidos por impulsos nacidos de polos opuestos inevitablemente atraídos entre sí. Angustia, lucha, venganza, ira, redención, amor y desolación, indivisibles y dominados por la absoluta, pura y morbosamente encantadora locura de un Joker (El Guasón) convertido en la personificación del Mal definitivo, el verdadero protagonista de la historia, el enemigo decisivo e implacable, que tan sólo puede afrontar ese caballero de la noche, que quiere dejar de serlo, que desea ser innecesario, porque es consciente de que también él está condenado al rechazo y a la censura pública. Una historia adulta, pesimista y desolada, no para gustos fáciles, que sabe envolver su apuesta para hacerla atractiva a todos y no renunciar a contar lo que quiere y como quiere hacerlo. Christopher Nolan ofrece una film espectacular y profundo, donde la cantidad de lecturas que ofrece encuentra su centro en la figura del Guasón, que más allá de cualquier adjetivo y clasificación se vuelve una de las representaciones maléficas más puras e inquietantes del cine de los últimos años.
Entre les murs (The Class), notable cuarto largometraje del director francés Laurent Cantet, que retrata con enorme sensibilidad y rigor las experiencias cotidianas, la intimidad y los conflictos que se producen en una escuela pública durante todo un ciclo escolar. El realizador de Recursos humanos, El empleo del tiempo y Bienvenidas al paraíso se basó en hechos reales que François Bégaudeau, profesor de francés en una escuela secundaria, protagonista y coguionista del film, recogió en el libro homónimo.
Cantet escogió personalmente a 25 chicos de 14 y 15 años entre los alumnos del propio colegio retratado y trabajó el guión con otro prestigioso director como Robin Campillo y con el propio Bégaudeau, dejando abierta la puerta para la improvisación con los aportes espontáneos de François y los muchachos. Entre les murs es una película de una fluidez, una riqueza, una gracia, una sinceridad y una credibilidad poco frecuentes a la hora de retratar la vida adolescente.
La película elude por completo los grandes discursos, los golpes de efecto o la mirada tranquilizadora, y se sumerge en los problemas de indisciplina, la violencia latente, los conflictos raciales, las inseguridades y la poca autoestima de muchos adolescentes; las constantes provocaciones y faltas de respeto que sufren muchas veces los maestros; los exabruptos de los propios profesores y los dilemas de las autoridades a la hora de sancionar las faltas. La profundidad e inteligencia con que Cantet describe las contradicciones del sistema educativo no implican que Entre les murs sea un film aburrido ni didáctico. La película tiene humor, diálogos y situaciones punzantes, y observaciones de gran sutileza.
Frozen River (Río helado) (excelente primer trabajo de la norteamericana Courtney Hunt): dos madres solteras, una neoyorkina abandonada por su marido y una indígena Mohawk viuda, ambas con hijos y sin recursos económicos, se acompañan en el cruce de frontera por el río san Lorenzo, entre el estado de Nueva York y Québec, en una lucha por la sobrevivencia y la dignidad, y contra la frustración y la desesperación que ofrece la sociedad.
Ballast: Lance Hammer filmó en locaciones reales del delta del Mississippi, con actores no profesionales, luz natural, cámara en mano, montaje entrecortado, una apuesta por la improvisación en los diálogos y gran sensibilidad, la historia de tres personajes afroamericanos de clase baja: una madre deprimida que se queda sin trabajo, su hijo de 12 años con problemas con la droga y su soledad, y el tío del niño que se salva sin querer de un intento de suicidio. Sobre los tres pesa la muerte prematura del esposo de Marlee y hermano de Lawrence, en un duelo acallado y agobiante, de tres seres humanos que anhelan redención y no se atreven a suplicarla. Como en el título: seres necesitados de ese balasto o peso que les traiga equilibrio y apoyo.
Añado dos películas que los críticos de Estados Unidos consideran lo mejor del 2008, pero que aún no han sido exhibidas entre nosotros. Con eso las anotamos para su estreno y seguro las veremos desfilar por los Oscar: Slumdog Millionarie y Milk. Y finalmente, dos películas mexicanas de notable calidad.
Slumdog Millionaire (del británico Danny Boyle): Jamal, un jovencito huérfano de 18 años, de Mumbai, está a punto de ganar 20 millones de rupias en el concurso televisivo de preguntas y respuestas ¿Quién quiere ser un millonario?. Pero es aprehendido por la policía por sospechar fraude en el concurso, al dudar que un pobre chico de la calle pueda tener tantos conocimientos. Jamal tiene entonces que probar su inocencia y cuánto sabe de la vida.
Milk (de Gus Van Sant) cuenta los aciagos últimos años de Havey Milk, luchador social y defensor de los derechos humanos de homosexuales y marginados, que lo llevan hasta ocupar un cargo público oficial en el ayuntamiento de San Francisco y ser asesinado junto con el Alcalde en 1978 por otro concejal.
Lake Tahoe relata la experiencia de choque de un carro y de choque interior de un adolescente solitario y taciturno, y su impotencia al tratar de arreglar el golpe sufrido. Con un lenguaje cinematográfico sutil, inteligente, gracioso, emocional e interior, que suscita en el espectador emociones tan complejas como las que vive el propio protagonista, el mexicano Fernando Eimbcke demuestra, una vez más, después de Temporada de patos, un talento indiscutible.
Desierto adentro, de Rodrigo Plá, narra el camino de expiación de Elías, un viudo con varios hijos pequeños, que se interna a vivir en el desierto potosino para construirle una capilla a Dios y obtener así su perdón. La película transmite la experiencia religiosa de un hombre atormentado en sus creencias, con una hondura, una belleza visual y una narrativa interior pocas veces vista en el cine mexicano.
Luis García Orso, S.J.
Enero 3 de 2009